Era un pueblo pequeño que se encontraba al lado de un bosque.
Cada crepúsculo, sus habitantes entraban a sus hogares. Aquellos que habían perdido algún ser querido dejaban sus ventanas abiertas, como si tuvieran la esperanza de que volverían en la noche.
Cada medianoche, se podía distinguir en las calles poco iluminadas sombras que paseaban por allí, se dirigían a un lugar especifico y luego volvían al bosque.
Ellas eran inofensivas, no podían causar daño alguno porque no le habían hecho daño, solo, querían corroborar el estado de sus recuerdos más valiosos.
Era siete de junio cuando la gente se reunió en la plaza, un anciano anunció sus predicciones para el futuro.
Su cara se ensombreció y comenzó a hablar con voz rasposa:
-Esta noche, una sombra siniestra pasará por cada casa. Lo que más valor tengan en sus casas colóquenlo debajo de sus camas. Ella es una mujer que murió tras mucha desdicha, solo así podrá encontrar paz internamente.
La noche llegó rápido, los habitantes se despidieron como siempre, escondieron las alhajas y el dinero donde el anciano les había dicho y durmieron con la mente tranquila.
A las doce de la noche, las calles fueron invadidas por una niebla grisácea, la silueta de una mujer delgada y alta se paseaba por las calles.
El sol se encontraba en el punto más alto del cielo, las calles estaban vacías, excepto por un anciano que caminaba con una triste mirada, tenía aspecto de cansado, como si hubiera estado durmiendo en el suelo toda la noche.
muy bueno :)
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